viernes, 21 de marzo de 2008

SENSACIONES

Aquí estoy, varado, en este océano de piedras detenidas de la ciudad de la memoria, Cáceres. La recuerdo muy bien, llegando de la mano de Pablo. Ahora, como entonces, primavera. Benedicte Lafayette era regalada y le gustaba regalarse. Fue en casa de Evaristo Galán, junto a los muros del Castillo de Montánchez, cuando ante un plato de exquisito jamón cerró sus ojos rasgados, herencia de su madre vietnamita, y nos dijo que había merecido la pena el viaje...